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“Por Mi Raza”

Por  Alberto Woolrich Ortíz.

Cxu News / A distancia de siglos de su nacimiento, he querido recordar en  éste espacio de opinión libre y veraz, con admiración y respeto, a un personaje irrepetible. Don José Vasconcelos, ilustre oaxaqueño, que no sólo fue en su tiempo un valiente y agresivo político, sino que pudo escribir gracias a su enorme talento y vocación intelectual, las más hermosas paginas de la cultura de nuestro México, como el más recio, más profundo, más ilustrado, más decente, más comprometido con el gremio de mentores y educandos, más honesto y mejor Secretario de Educación Pública que la República ha tenido jamás.

Vasconcelos como Secretario de Educación Pública, a diferencia de los demás y ahí se incluye a la actual, fue no sólo un político positivo, también fue filosofo de muy altos vuelos, escritor de excelencia, apasionado historiador, sociólogo, maestro universal, autor del lema de nuestra Alma Mater la Universidad Nacional Autónoma de México: “Por mi raza hablará el espíritu”. Abogado de Profesión, ejerció como litigante con gran éxito en el Foro Nacional. Fue también gran periodista a diferencia de muchos y muy conocidos jamás recibió un “chayote” por ello.

 

Durante el conflicto revolucionario armado de 1810, Vasconcelos se convirtió en un político que tuvo una gran y positiva influencia con Don Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Francisco Villa, Álvaro Obregón y con todos aquellos que integraron la Convención de Aguascalientes.

 

Su vida, su época, su existencia, en resumen, fue una llama encendida que su enorme inteligencia consumió entre actos geniales y amores de una noche con pasiones no contenidas, que moldearon su personalidad, generó un haz luz suficiente para iluminar a la humanidad, aún a todos aquellos que transitan por esta Cuarta Transformación tan preñada de nubarrones por la impureza democrática la cual se percibe en futuras elecciones.

Don Jósé Vasconcelos nos mostró y enseñó, en donde debe escudriñarse la verdad y la belleza, ello lo obtuvo gracias a sus enseñanzas filosóficas, políticas, educativas, personales las cuales se encuentran contenidas en sus obras “Ulises Criollo”, “La Tormenta”, “Memorias”, “El Desastre”, “La Flama”, “La raza cósmica”, etc., etc..

Vasconcelos, a diferencia de muchos, conoció de aventuras y desventuras, amores y desamores, huracanes y tempestades, que convirtieron su vida en una vida digna de ser vivida, como el a toda plenitud la vivió.

Fue grande entre los grandes de su época, lo unió una sincera amistad con Filomeno Mata, Luis Cabrera, Félix Palavicini, José Santos Chocano, Manuel Ugarte, entre muchos, con su egregia cultura transformó el “Ateneo  de México”, en un ministerio de cultura extraoficial, en él instruyó a obreros.

Don José Vasconcelos Calderón, transformó el concepto de educación en México, sin demagogias, sin promesas, con acciones, con decisiones, para integrar una imagen de la cultura mexicana, entendida como un movimiento anticolonista, latinoamericano e indigentista. Se enemistó con el Presidente Carranza, porque se negó en forma terminante a atacar a Zapata y Villa, quienes le restaban popularidad al referido mandatario.

A la Convención de Aguascalientes se incorporó como Villista. En ella dio forma jurídica a la voluntad de Francisco Villa y Emiliano Zapata para desconocer al Presidente Carranza, gracias a tal talento jurídico y educativo buscó y obtuvo que se le otorgara a la Convención de Aguascalientes la suprema soberanía nacional, evitando con fuerza que los caudillos la politizaran. Hay que recordar que la Convención eligió como Presidente al General Eulalio Gutiérrez, quién de inmediato nombró a Vasconcelos como su Ministro de Educación. Esa fue la semilla de su fructífera carrera. Fue Rector de la Universidad Nacional, gracias a él se dio inicio a la campaña de alfabetización, dio como lema a la universidad “por mi raza hablará el espíritu” y señaló los nuevos rumbos que iluminaron el camino de mi alma mater.

 

Lo expuesto sólo resulta una somera síntesis -sin pasar por Adriana Arizmendi Mejía, ni por Valeria, ni por Antonieta Rivas Mercado, por muchas más de la sociedad cultural y artística-, de la fascinante historia de vida de Vasconcelos.

 

Vasconcelos, no tuvo ni tiene par, es irrepetible e imposible que nazca otro, que nos haga avizorar un País en que el excremento y la corrupción desaparezcan por completo de la actual Secretaría de Educación Pública.

 

 

Por último debo decirle a la futura Secretaria de Educación Delfina Gómez, que no debo ser yo, sino los alumnos y los maestros, que por su evidente ignorancia, le hagan ver un reproche por su función como tal y que ello le sirva para tratar, sólo tratar de obtener ilustración en su escaso acervo cultural en temas de educación que no sólo desconoce sino que pretende descubrir, y lo que es peor, no de buena fe.

 

 

Presidente de la Academia de Derecho Penal

Del Colegio de Abogados de México, A.C..